16 de febrero de 2010

verídico y además, cierto.

Llevaba la bolsa, dentro de la bolsa el monedero, dentro del monedero las tarjetas, credencial del blockbuster y doscientos pesos; sombras, lipstick, mis lentes y un espejito, eso era todo. Bajé al cajero de rápido, con las bolsas del súper ya en la cajuela mientras hablaba con mamá que me esperaba en casa para preparar la cena. Apenas tecleé mi NIP apareció y yo supe de inmediato que algo estaba mal, se veía demasiado nervioso y su vibra era, ¿cómo explicarle?, era malo. Malabanda. Y perdón por los estereotipos pero así era: un Naco.

Saqué seiscientos pesos más para llenar el tanque (siempre lo lleno la tarde del domingo para que dure toda la semana) y cuando me di vuelta con el dinero sentí el primer golpe. No, no, no me dijo nada, lo primero fue el golpe. Sí, en el estómago, por eso no pude gritar. A mí nunca me habían pegado, de niña alguna vez vi cómo se peleaban en la secundaria pero fue lo más cerca que había estado de los golpes, se siente horrible. Me faltó el aire y creo que ahí me arrancó la bolsa. Yo caí de rodillas, le extendí el dinero y me lo arrebató para contarlo, fue entonces que empezó a gritar e insultarme. Quería “la clave” ¡pero yo no tenía aire para contestarle! Empecé a llorar y eso tampoco ayudó, me pateó en las costillas y supe que eso no iba a acabar bien. Me pateó una vez tras otra, yo perdí la cuenta, lloraba y le pedía a Dios que no me dejara morirme ahí, que me lo quitara de encima. Cuando se agachó y me dio cachetadas gritando que me callara creo que lo vi bien por primera vez: tendría a lo más 17 años, era moreno claro, con un arete de brillante y creo que también lloraba. Me azotó la cabeza contra el suelo y se paró a patearme una vez más mientras sacaba una navaja de la bolsa del pantalón, la bolsa derecha, de atrás, sí. ¿Es importante eso?

“Ya te llevó la chingada, gordita” fue lo que dijo, “¡gordita!”, ¡pinche naco!. Ahí abrió la puerta el otro señor, sí, el que está allá afuera, y ese imbécil salió corriendo.

Yo no sabía lo que hacía, tenía la boca rota, estaba despeinada, me dolían muchísimo las costillas, pero me paré como pude. Creo que el señor que entraba me dijo algo e intentó abrazarme pero yo salí corriendo a mi coche, las llaves las traía en la bolsa de la chamarra así que arranqué y lo alcancé aún dentro del estacionamiento, bajé la ventana y lo agarré por los pelos, no se lo esperaba y soltó la bolsa. Aceleré y sentí cómo se caía hacia delante y me agarraba la muñeca, sentí que me pesaba el brazo, pensé que se me iba a zafar pero faltaba poco para la caseta y ahí siempre hay policía, aunque sea de esos de estacionamiento, así que aceleré más; yo no lo iba a soltar, el coche dio un brinquito cuando le pasó la llanta por los pies, casi no se sintió nada pero él gritaba mucho; claro que ahora no era a mí a quien se la iba a llevar la chingada, ¿verdad? Por el espejo retrovisor pude comprobar que ahora sí lloraba, colgaba al final de mi brazo y las piernas le arrastraban como Fido Dido, ¿lo conoce? ¿No? Bueno, como de trapo… con sangre desde abajito de las rodillas. pero a mí también me sangraban la nariz y la boca, así que no lo solté y llegamos a la caseta.

Los policías de ahí le hablaron a la ambulancia pero la primera que llegó lo atendió a él, yo era la víctima y lo atendieron a él primero, así pasa en este país, los buenos acabamos siempre al último. Por ejemplo: ¿qué fue eso de traerme en la patrulla? ¿Y mi carro? ¡Mamá me espera aún para la cena! ¿Yo? ¡Yo, claro que soy buena! ¡Él me asaltó! ¡Él me pateó! ¡Él se robó mi bolsa!… No, discúlpeme oficial, pero yo no soy una mujer violenta.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

"No, discúlpeme oficial, yo no soy una mujer violenta." --> Solo me encabrono cuando me rompen la cara... falto decir.

Adrian dijo...

México está cada vez más podrido, qué tristeza.

Anónimo dijo...

pues q bueno q no es violenta, si lo hubiera sido le pasa con el auto encima, pero eso y mas se merecen, encima de robarte te golpean, y eso llevarla en la patrulla como delincuente, cada vez estamos peor. arriba mexico!!

Ileana dijo...

Por el espejo retrovisor pude comprobar que ahora sí lloraba.
El espejo retrovisor evidenció la justicia. Excelente Edel.

Danna Sandoval dijo...

Grande Edeeeel! Eso y mas merecen los desgraciadooos

San Alferio Abad ® dijo...

¡Me pongo de pié Fabuloso®! qué buen relato, ojalá no hubiera la necesidad de sentir que debemos de tomar la justicia por nuestra propia mano. Pero bueno, afortunadamente la ira es un sentimiento más fructífero que el miedo, deberíamos de llenarnos de coraje y hacer cosas buenas por este país y no seguir con el miedo absurdo, cotidiano y mediocre.

Saludos y Oraciones
San Alferio Abad.

Anónimo dijo...

es una narracion excelente...y me hace pensar mas alla....a veces me pregunto q diferencia existe entre los ladrones de abajo y los de arriba...q es la justicia?

Alejandro Merquise de Juarez dijo...

suele pasar eso jajajaja verdad

Anónimo dijo...

te sabes su historia? sabes por que lo hizo? quien dice que el malo es él y tu no tienen ni un asomo de maldad. no se justifica ni lo que te hizo ni lo que le hiciste. vamos a seguir intentando terminar las guerras con mas guerras? no es necesario poner la otra mejilla ni es en lo que creo, pero diferentes formas existen.

Anónimo dijo...

Sabes por que lo hizo??? Si seguro el tenia una buena razon para patear e intentar apuñalar a una mujer que ya le habia dado su bolsa. Seguro ella tenia que haber dejado que el otro señor la consolara y que los policias la tuvieran horas rindiendo declaracion para que tres meses despues no pasara nada. Hay otras formas! Si! el no puede ser el malo!

Lucia dijo...

el cambio en la historia, me super sorprendio, como creo que le debio haber pasado al bandido ese, cuando lo tomaron del cabello, sabes? cuando vive uno rodeado de peligro, no sabes como reaccionaras el dia que te toca a ti... en fin, soy tu fan, y me parece una idea magnifica lo del blog.
un abrazo norteño
Luxia

Nycher dijo...

wow que texto tan perfecto.

Anónimo dijo...

Difícil el juzgar el actuar de los demás sin ser empáticos, pero por supuesto que no hay justificantes para lastimar a otro ser humano, sin embargo en lo profundo de nosotros queda lo que nos hace seguir vivos aquel instinto de supervivencia y la cualidad que define al ser humano “la resiliencia” que es la capacidad de reponerse, no creo en la justicia ni en la venganza tal vez solo en el castigo. Y como diría Edel somos más los que queremos el bien o algo así sino mal recuerdo…