algunas iluminan, colorean.
otras son un mal paso,
una torcedura que tarda de dos a tres semanas en sanar.
las hay que duran para siempre
y uno crece y se columpia de su mano.
algunas llegan en el momento menos pensado
y explotan como fuegos artificiales,
dejándonos sordos y maravillados.
algunas son gaseosas:
nos llenan, nos expanden,
son ineludibles y con ellas
flotamos conmovidos, a la deriva.
algunas son agua de uso,
imprescindibles, naturales.
pero hay las que llegan y se hacen polvo,
y con la llovizna, barro.
y hay que sacudirlas del abrigo
-de los anteojos-,
porque manchan las manos,
porque asfixian,
porque ensucian la camisa
y te dejan gris y cansado.
hay que ahuyentar esas amistades.